Jorge Rodríguez, Venezuela y los venezolanos te debemos una: has martillado otros clavos más sobre el ataúd de las cucarachas del siglo XXI. ¡Mil gracias!
Es que todos ustedes por su lado, y cuando hacen equipo con la gente que les picha Rodríguez Zapatero mucho más, son malandros, rufianes de esquina. Le meten una encerrona a Edmundo en la casa del compinche que se buscaron, el embajador de España en Venezuela. Sujeto jefeado por Pedro Sánchez, quien es la joyita de Rodríguez Zapatero y del mismísimo Rey de la Baraja, jefe del estado español. ¡Oleeee!
Entonces ponen a González Urrutia a firmar las estupideces que ustedes creen y dan por “válidas” ante el mundo. Aquella payasada de “sentencia mata acta, voto y voluntad popular”. Lo filman. Le toman fotos. Lo graban, al estilo del general Rodríguez Torres, promotor de La Tumba.
Luego el gobierno español, empastelado como cómplice en esa movida por los intereses que todos conocemos y que tanto los une con la REPSOL y con tanto lavado y “facilidades” que reciben para con el dinero que le roban a los venezolanos a través de la Madre Patria, envían un avión militar en el cual embarcan a Edmundo y a su esposa para llevarlos a Madrid. Por supuesto: con el compromiso de mantener la boca bien cerrada. Una de James Bond, pero con acento gallego. ¿Qué tal?
Así es que Edmundo sale de Venezuela sin un rasguño. Sin un solo coñazo. Solo bastó con que Delcy Eloína mostrara su cara y Jorge Rodríguez pusiera sonrisita de enfermo mental para que Edmundo se derrumbara. En ambos casos, un potente disuasivo. Pendejo quien se crea en Venezuela, en España y en donde sea que el más alto gobierno del reino de España no está metidísimo, cortando el bacalao, como dicen ellos mismos.
Si a Edmundo, a Batman o a quien sea lo arrinconan en la casa del rufián número 3 del régimen, junto con la vicepresidenta de la dictadura en Venezuela para intercambiar firma por salvoconducto con el fin de dejarlo en libertad, ni el más pintao deja de firmar.
Por escapar de las garras del NARCO-RÉGIMEN, que tuvo la amabilidad de enviar a dos de sus más destacados hijos de puta para hacer el trabajo sucio con Edmundo. Cualquiera firma lo que sea. Y en cuanto a ti, “Señor Embajador del reino de España”, también te sale lo de hijo de la gran puta.
Ni tú, ni tu gobierno se salvan en esta película de espionaje.
Es cierto, tú no violaste a Edmundo. Tampoco le hiciste chantaje. Eso parece seguro. Pero desgraciado: lo tenías supuestamente bajo resguardo, bajo la protección de un país en tu casa. Así y todo, dejaste entrar a dos enfermos. A dos confesos rufianes a los que todo el mundo les conoce su prontuario. Presenciaste y validaste que Edmundo firmara cualquier cosa a cambio de su propia vida; a cambio de salir del país o terminar en La Tumba del régimen, recibiendo tratamiento especial por los cubanos e iraníes que torturan todos los días a los venezolanos. Mientras que tú, “Excelencia”, lo mantenías inmovilizado y agarrado por los pelos.
Si Edmundo gritaba o no, si estaba o no borracho, eso no tenía ningún valor: tu casa cuenta con inmunidad diplomática. Ahí, por órdenes de tu gobierno, tú puedes hacer lo que sea, con quien sea y como sea.
Total que las dos joyitas que tú invitaste, pues nadie entra en la casa de un embajador si no es previamente invitado, hicieron lo que les dio la gana con el pobre viejo. ¡Eres lo peor, Señor Embajador de España en Venezuela! ¡Apestas!
En cuanto a ti, Jorgito, sigue así. Cada vez que abres la bocota te hundes más y más, y untas más a tus más rastreros compinches. Jorge te esperamos en la bajadita.
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