Ese es el camino que transita en España el presidente Sanchez y en el que arrastra a su partido e impacta al país.
El mismo no se inició ahora.
Comenzó años atrás con el caso Tito Berni, en el cual se mencionó la participación de algún miembro del gobierno. Luego, como en cascada, han comenzado a conocerse, uno a uno, esos que involucran a miembros importantes de su partido o personas con cercanías a este y hasta su esposa y hermano.
Es así como se han conocido los casos Aldama, Abalos, Koldo, García Ortiz, Begoña, el hermano, Leire Díez y ahora Cerdan. Así, es tan escandaloso, lo que está ocurriendo alrededor del presidente o su entorno, que hasta un compañero de gobierno, pues su partido forma parte de la coalición gubernamental, el señor Rufián -ironías de la vida por el apellido- en una de sus mejores intervenciones en el Congreso de los Diputados, le hace un reclamo respecto de lo que se está observando y coloca, de hecho una línea roja, a saber, que el financiamiento irregular que, aparentemente, algunos prevalidos de posiciones públicas o parentesco, no hubiere permeado al PSOE.
Mientras eso ocurre, en este, salvo García- Pagés, que va de plató en plató para hacer críticas ya no tan veladas pero no avanza un paso más como quien camina sobre minas antipersonales, muy pocos con poder político actual en alguna administración autonómica o en el partido, hacen algún tipo de crítica.
Pedro Sanchez llegó al poder en España bajo el argumento que, no podía presidir el país, alguien que, aún indirectamente, estuviere implicado en actos de corrupción, como lo concluyeron los actores políticos opositores respecto de Rajoy, por una mención incidental que en una causa judicial de el hicieren por dirigir el Partido Popular, con ocasión de un proceso que, contra militantes de este se seguía.
Hoy, el mundo observa que el presidente del gobierno español está inmerso, indirectamente, en cinco causas, no una sola, la de dos de sus secretarios de organización partidaria, uno de ellos ex ministro, la de su esposa, su hermano y el fiscal general del Estado y ni siquiera, por coherencia, plantea una cuestión de confianza al citado congreso, como salida institucional al problema en el que se encuentra.
El punto, a la larga, no es él pues, como ser humano, es finito. El mismo es los efectos que su conducta implicará para su partido, el PSOE, que, con más aciertos que errores, ha conducido los destinos de España por buen tiempo desde la democracia.
Los hombres pasan y las instituciones quedan, salvo que aquellos con su accionar, destruyan estas. Eso es lo que algunos deberían estar analizando en la tierra del Quijote.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
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FUENTE: >>Gonzalo Oliveros Navarro
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